El domingo pasado cuando subíamos por Chinamada, miraba hacia el cauce del barranco y se me metió en la cabeza que esta semana tendríamos que hacer DOS BARRANCOS.
A falta del grupo de ojos azules (Luis y Sergio), todavía convalecientes, comenzamos Chevi y yo la ruta, acompañados hasta San Juanito por Toño.
Al entrar por el barranco, lo primero que te encuentras son callaos sueltos de diferentes tamaños y según te adentras el sendero se desvía del cauce para luego volver a transitar por él. La maleza hace acto de presencia y, en ocasiones, hay que abrir el camino porque todavía no han pasado cazadores para despejarlo. Los toboganes se suceden y nos lo tomamos como un juego, saltando sobre las piedras más grandes y adentrándonos con nuestros perros al fondo del barranco. En la parte final hay un tramo que transita por la atarjea para luego avanzar en vertical hacia un promontorio que separa los dos barrancos: el de la derecha conduce hacia El Batán y el de la izquierda se conoce como el Barranco del Río. Miramos a lo lejos, tomamos las fotos de rigor, bebemos un poco de agua y damos de beber a los perros, volvemos sobre nuestros pasos para volvernos a adentrar dentro del barranco y disfrutar como Ico se zambuye en las pozas que todavía tienen agua y Dina aprovecha para beber.
A la vuelta, Chevi se distancia porque baja "a pijo sacao" y yo más conservador me quedo atrás con Dina. Los dos disfrutamos de la bajada y aprovechamos para sacar unas fotos más para que constancia de la ruta. Llegamos a San Juanito y aceleramos el ritmo para intentar llegar cuanto antes al hotel y darnos el baño de turno en nuestro charco favorito: El Charco de la Furnia.
La marea baja, la ausencia de olas, el cielo despejado y el atardecer con un sol naranja nos recuerda que estamos en EL PARAÍSO.
Nos despedimos y vamos hacia los coches, mientras me quedo pensando que la gente de César, Emilio y compañía tienen al Muflón de El Teide (Javi), pero nosotros tenemos a otro: EL BAIFO DE CHINAMADA (Chevi), que siempre hace de anfitrión cuando rodamos en La Punta del Hidalgo.
A falta del grupo de ojos azules (Luis y Sergio), todavía convalecientes, comenzamos Chevi y yo la ruta, acompañados hasta San Juanito por Toño.
Al entrar por el barranco, lo primero que te encuentras son callaos sueltos de diferentes tamaños y según te adentras el sendero se desvía del cauce para luego volver a transitar por él. La maleza hace acto de presencia y, en ocasiones, hay que abrir el camino porque todavía no han pasado cazadores para despejarlo. Los toboganes se suceden y nos lo tomamos como un juego, saltando sobre las piedras más grandes y adentrándonos con nuestros perros al fondo del barranco. En la parte final hay un tramo que transita por la atarjea para luego avanzar en vertical hacia un promontorio que separa los dos barrancos: el de la derecha conduce hacia El Batán y el de la izquierda se conoce como el Barranco del Río. Miramos a lo lejos, tomamos las fotos de rigor, bebemos un poco de agua y damos de beber a los perros, volvemos sobre nuestros pasos para volvernos a adentrar dentro del barranco y disfrutar como Ico se zambuye en las pozas que todavía tienen agua y Dina aprovecha para beber.
A la vuelta, Chevi se distancia porque baja "a pijo sacao" y yo más conservador me quedo atrás con Dina. Los dos disfrutamos de la bajada y aprovechamos para sacar unas fotos más para que constancia de la ruta. Llegamos a San Juanito y aceleramos el ritmo para intentar llegar cuanto antes al hotel y darnos el baño de turno en nuestro charco favorito: El Charco de la Furnia.
La marea baja, la ausencia de olas, el cielo despejado y el atardecer con un sol naranja nos recuerda que estamos en EL PARAÍSO.
Nos despedimos y vamos hacia los coches, mientras me quedo pensando que la gente de César, Emilio y compañía tienen al Muflón de El Teide (Javi), pero nosotros tenemos a otro: EL BAIFO DE CHINAMADA (Chevi), que siempre hace de anfitrión cuando rodamos en La Punta del Hidalgo.
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