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lunes, 20 de agosto de 2012

Entrenamiento costero

Debido a las altas temperaturas y al estado de nuestros montes, este último fin de semana hemos optado por realizar una circular por la costa norte de Tacoronte. Con salida en Garimba,  desde mi casa, he rememorado los veranos de mi infancia, donde con el caldero de arroz amarillo a cuestas, me desplazaba a pie con mi hermana y mis sobrinos a la costa Tacorontera a para pasar un día de pesca y playa.


En cuanto al 7k, seguimos creciendo como equipo y a las ya nuevas incorporaciones de Babi, Ernesto y Cayo, esta vez se sumaba al entreno Fernando, compañero de fatigas de la Gomera Paradise Trail.

A pesar de las numerosas bajas por vacaciones, a las 7.30 de la mañana nos poníamos en marcha, estando presentes Edu, Baby, Luis, Fernando, Ico y yo.  Nada más arrancar, a menos de un kilómetro de la salida ascenderíamos a la cota más alta del recorrido en La Caldera de la Caridad en Tacoronte, zona habitual de mis entremos. Después de dar un par de vueltas al cono volcánico para coger temperatura, empezábamos el descenso hacia Valle de Guerra atravesando fincas abandonadas y otras donde los viñedos lucian cargados de uvas en plena maduración. Tocábamos asfalto bajando por Tagoro, hasta alcanzar la costa de Juan Fernández o de La Fuentecilla. La panorámica que nos ofrecía la atalaya del acantilado era impresionante. La visión de 180 grados abarcaba desde la costa del Apio, hasta la algo borrosa imagen de el Faro Buenavista. Bajada muy técnica por pequeñas veredas, hasta alcanzar la antigua casa abandonada, donde aún continúan manando los pequeños manantiales que tantas veces calmarón mi sed de pequeño y que mantienen viva la vieja y frondosa Ñamera.  Siguiendo el sendero, atravezábamos por los túneles de los cañaverales en dirección de La Punta de El Viento.

La visión del club de Tagoro, nos anunciaba otra imagen para recordar. A nuestros pies el pueblo pesquero del Prix, La Mesa del Mar y los acantilados de la Garañona con la playa de Los Arenales a sus pies llamaba poderosamente nuestra atención. Aún comenzaba a despertar el barrio pesquero  cuando lo cruzábamos a buen ritmo. Algunos madrugadores nos miraban extrañados, mientras que los pescadores regresaban de sus faenas marineras con un cesto de morenas. Por el camino de la costa llegamos a la Mesa del Mar, apenas una parada para tomar agua, pasábamos por La Playa de la Arena aún vacía de bañistas. El terreno se complica, pasamos de una superficie llana a saltar entre los callados hasta llegar al punto de acceso a los acantilados de la Garañona.
El acceso a esta playa es algo complejo, aunque haciéndolo con las debidas precausiónes y vigilando algunas zonas del camino donde podrían producirse pequeños desprendimientos, no nos iba a acarrear mayores problemas. Recomiendo ir acompañado de alguien que conozca el camino, aunque no es imprescindible y sobre todo es importante controlar los horarios de mareas, procurar coincidir con la baja mar.

Para empezar el primer obstáculo a salvar una pequeña pared, que generalmente está equipada con unas cuerdas, aunque trepando se pasa sin problemas este escollo.  Desde ahí el sendero se transforma en una vereda estrecha en el cruce del paso de la Hondura que podría dar algo de vértigo. Una vez superado este paso, nos encontraremos con un sendero campo a través, entre rocas, pequeños trepes y descenso hasta llegar a contemplar la primera visión de la playa de Los Arenales. En pocos minutos pisábamos la arena negra y limpia de la playa. Ni una sola huella en 1300 metros. Con Ico al frente, corríamos paralelos a las olas que llegaban a la orilla, mientras que a nuestra izquierda se levantaba la impresionante pared de 300 metros de acantilado. Al final de la playa nos dimos un pequeño respiro para contemplar la grandiosidad del paisaje, siendo consientes que aún estábamos en ecuador del entreno. La vuelta siempre se hace más corta, en el tiempo previsto pisábamos La Mesa del Mar. Volviendo sobre nuestros pasos hacia el Prix, tomamos una pista de tierra larga y tendida en la que Luis y Edu toman la delantera, mientras que el resto los seguíamos a distancia. El barrio del Puerto de la Madera era el colofón del acantilado. ¡Ufff..!, que calor y ahora subida dura por el barranco de San Juan, hasta alcanzar la Carretera General de Valle Guerra a Tacoronte. A la izquierda el Mercadillo de San Juan. El sol continuaba apretando por lo que nos apresuramos en dejar el tramo de asfalto detrás.

Ya vemos la cima de la Caldera,aunque Babi, utilizando sus encantos en un movimiento rápido le tira los tejos a una jovencita de más de 90 años y logra su objetivo, que no es otro que sacarle un plantón de un cáctus espectacular del unos 3 metros de altura por más de uno de ancho que según la señora, era de origen nipón y que Luis se encargó de llevar hasta la meta sano y salvo. En la meta, fuimos atendidos de urgencia debido a la deshidratación, aplicándonos un tratamiento de urgencia a base de cervecitas frescas como medida paliativa a esta situación. Los números son los siguientes 27,3 km. desnivel positivo 1.010 metros, desnivel negativo 1.010 metros.

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